Hoy arranco este artículo con una frase lapidaria que pasará a los anales de la historia:
Vender es al ego como el pan es a la lorza.
Y ahora es cuando tú, que me estás leyendo, vas y dices eso de «y no tiene abuela, oiga».
En realidad arranco así para escenificar con cierta sorna lo que quiero contarte en el artículo de esta semana, porque quiero que te enfrentes a tu vanidad y, sea poca o sea mucha (todos tenemos algo…), le pares los pies, ya que es el mayor enemigo que puedes tener a la hora de vender y yendo más allá, de alcanzar aquello que deseas.
Y es que, no nos engañemos…la venta tiene un componente vanidoso que puede cegarte e impedirte ver la realidad, y lo que es peor…ser visto como un auténtico cantamañanas.
Si lo traducimos a resultados, significa que te estás desviando del camino porque no estás haciendo lo que tienes que hacer, lo que viene siendo tener mucha mecha y poca dinamita o su variante más folclórica…mucho lirili y poco larala.
¿Por qué digo esto?
Pues porque durante un tiempo estuve enredada en las dos distracciones que te voy a contar y me hacía cruces de cómo era posible que no vendiera. La respuesta en realidad es muy simple: porque sencillamente no sólo no estaba vendiendo sino que no paraba de darle pan a mis lorzas.
Te confieso que hoy en día de vez en cuando sigo cayendo en la trampa. La diferencia es que a estas alturas de la película, no sólo me doy cuenta de cuándo caigo sino que salgo de ella cagando leches que se dice. Y lo que quiero es que tú también aprendas a darte cuenta.
Así que sin más preámbulos, vayamos al tema que nos ocupa…dos distracciones peligrosísimas que debes evitar a toda costa si realmente quieres progresar.
Buscar la aprobación
Recibir elogios forma parte del juego de emprender tu propio negocio y, por mucha vergüenza que pudiera darte, a nadie le amarga un dulce. Ahora bien, lo que no pueden convertirse tus acciones es en un continuo buscar elogios y que todo el mundo te diga lo guay que eres y lo bien que haces las cosas.
Esos elogios han de ser una consecuencia del trabajo bien hecho pero nunca el foco ni el principal objetivo. Y es fácil que las palmaditas en la espalda te aturullen, que creas que vas por buen camino y pienses que eso son buenos resultados cuando en realidad todo eso es una distracción que está haciendo que te olvides de que tienes que vender, y aunque parezca mentira, inconscientemente puedes entrar en barrena y no darte cuenta de que estás cayendo en la trampa, así que te daré algunas pistas…
¿Cuándo buscas la aprobación? Cuando sólo buscas el impacto, la palmadita en la espalda, cuando necesitas que te digan que lo haces de p… madre y no relacionas nada de eso con el beneficio económico. Dicho de otra manera…no lo integras en tu proceso de ventas. ¿Qué significa integrarlo en tu proceso de ventas? Que lo que hagas sea para captar clientes potenciales con los que empezar a generar confianza para que compren tus servicios. Ese ha de ser tu principal objetivo.
Evidentemente eso no quita para que recibas con gusto las flores que te echen, y de hecho yo siempre digo que las siembres todas y las riegues para que te echen más (eso se hace simplemente dando las gracias de corazón), porque forman parte de tu premio por el trabajo bien hecho. Ahora bien, insisto, tu objetivo no tiene que ser nunca buscar el elogio, sino buscar clientes que paguen por tus servicios y queden tan satisfechos por lo que reciban que te elogien por ello. Como ves es muy distinto.
Otra señal de que estás buscando la aprobación es acompañar todo lo anterior normalmente de dedicarte a regalar tu tiempo sin sacarle provecho para luego lamentarte porque nadie compra tu servicio. Si recibes muchas palmaditas en la espalda y tu cuenta corriente está tiritando es que hay algo que estás haciendo mal, o mejor dicho, hay algo que sencillamente no estás haciendo: no estás acompañando las muestras que das de lo que puedes aportar a tus clientes de acciones de promoción y venta. Así de sencillo.
Los «indicadores vanidosos»: las redes sociales y sus derivados
Las redes sociales han de estar integradas en tu estrategia de ventas con una finalidad muy clara: conseguir más clientes. La reputación o la imagen de marca te ayudan a conseguir más clientes a largo plazo. Las campañas de publicidad y las promociones te ayudan a conseguirlos en el corto y el medio. Pero el fin es como digo el mismo y nunca deberían ser un instrumento para alimentar tu ego. La fama sin dinero vale de bien poco.
Si todo tu afán es tener miles y miles de seguidores sin más, te estás equivocando. Esos miles y miles de seguidores has de buscarlos con un único fin: convertir todos los que puedas en clientes.
Si haces caso a tu vanidad lo menos malo que te puede pasar es lo que me pasó a mí, que me pasaba el tiempo contando los «me gusta» del facebook o haciendo campañas sin ton ni son para conseguir seguidores en vez de dedicarme a tareas mucho más productivas y que me generaran ingresos.
Sin embargo, eso es lo menos malo, porque también puedes caer en tácticas un tanto rastreras y que desgraciadamente he visto practicar a algunas personas en más de una ocasión, como comprar seguidores, llevar gente de relleno a tus cursos para que parezca que eres el rey del mambo, tener un afán inusitado por salir en los medios por el simple hecho de fardar de ello, etc. En otras palabras: la vanidad te puede llevar a aparentar y vender humo y eso merma poco a poco tu credibilidad.
El «autobombo» es necesario, y te animo a que pregones a los 4 vientos tus logros y si has ido aquí o allá y has salido en la foto. Ahora bien, la cuestión es desde dónde lo haces: desde el puro ego o desde la inteligencia. Dicho de otra manera…hazlo con arte y con gracia. El fin último es que ese «autobombo» te sirva para ser cada vez más visible y ganes en reputación, lo que a la larga te traerá más clientes.
A partir de ahora, todo lo que hagas tiene que tener un «para qué» muy concreto que siempre ha de estar encaminado a tu verdadero objetivo: conseguir más clientes. Si no los consigues, revisa lo que estás haciendo. Puede ser que la táctica que estés empleando necesites depurarla o bien que no sirva y tengas que cambiarla totalmente.
Pero si tienes verdadera madera de empresario, lo harás de manera inmediata y sin despeinarte.
El antídoto para pararle los pies a la vanidad consiste en chutarte una buena dosis de humildad aderezada con astucia cada vez que asome.
2 comentarios en «Las dos grandes distracciones que te impiden vender y que nadie te cuenta»
PERO QUE CLARITA ERES. ¡¡VANITAS, VANITATIS! ¿O ERA TUTO VANITA? ¡¡¡¡y A MÍ QUE LOS «ME GUSTA» NO ME PONEN!!! ¿SERÁ UNA CREENCIA?
Jajajajaja. Gracias, Miguel Angel!