El cliente siempre lleva la razón, lo primero es el cliente…vale, sí, pero ¿quién es tu verdadero cliente?. ¿Te has preguntado alguna vez para quién trabajas?.
Uno de los grandes errores que todos hemos cometido alguna vez es elegir a un cliente que más que cliente es un dolor de cabeza. Hay que comer, estamos en crisis, no se puede perder ningún cliente…las situaciones límite nos llevan a aceptar cosas que no son de nuestro agrado, pero una cosa es caer en una trampa de vez en cuando y salir de ella con un aprendizaje en la mochila para no volver a caer y otra muy distinta es meterse en el fango y convertirse en esclavo de quienes no quiere y haciendo lo que no quiere.
La mejor manera de tener buenos clientes es definir cómo quieres que sean y sobre todo, cómo quieres que sea tu relación con ellos.
¿Qué es lo que valoras en un cliente? ¿Cuál es tu cliente ideal? ¿Que es inadmisible para ti en un cliente? ¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar? Porque no nos olvidemos: detrás de un cliente hay una persona con la que te relacionas y esa relación ha de ser satisfactoria para ambas partes y tú eliges para quién quieres trabajar y cómo.
LA CLAVE POR LO TANTO ESTÁ EN PONER LÍMITES
Primero teniendo claro cómo quieres que sea tu cliente y sobre todo me estoy refiriendo a su actitud y muy especialmente si lo que vendes son servicios, porque en muchos casos dichos servicios serán satisfactorios cuando el cliente también ponga de su parte. Por ejemplo, en los procesos de coaching, el servicio no tiene razón de ser si no tienes delante a una persona con unas ganas muy fuertes por mejorar, por cambiar, en definitiva, con un algo grado de compromiso consigo mismo. Y es que no estás para servir a todo el mundo sino para servir a aquellos que realmente quieren invertir de verdad en lo que ofreces y para los que tú eres la mejor opción.
En segundo lugar también tienes que tener claras una serie de cuestiones prácticas que configuren un marco de actuación en el que ambas partes estéis de acuerdo, como por ejemplo, las formas de pago, horarios, plazos de entrega, servicio post venta, etc y por supuesto cumplir con lo acordado.
¿Por qué es tan importante tener en cuenta todo esto? Bajo mi punto de vista y basándome totalmente en mi experiencia, hay 5 razones fundamentales por las que necesitas poner esos límites. La diferencia entre ponerlos y no ponerlos puede cambiarte la vida.
DISFRUTAR CON TU TRABAJO
Cuando no pones límites y accedes a todo lo que el cliente demanda aunque no estés en condiciones de ofrecerlo ni de, posiblemente querer hacerlo, tu trabajo se convierte sencillamente en un infierno. Un ejemplo muy común es el de ofrecer demasiadas cosas gratuitas o lo que es peor, dar algo gratis porque es amigo de no sé quién, o porque es un favor que le haces a alguien o porque no tiene dinero para pagarte…Con el tema del dinero es fácil que ocurran estas cosas y al final lo único que consigues es quemarte por mucho que tu trabajo te apasione. Tu trabajo merece ser recompensado por dos vías: por la satisfacción de tu cliente y por el dinero que recibes a cambio. Si en vez de cobrar, regalas, acabarás cobrando, pero en otro sentido de la palabra «cobrar», vamos, que te sentirás apaleado. Por lo tanto, establece condiciones en las que ganéis por ambas partes. Una cosa es ser flexible y otra muy distinta es hacer el tonto.
PONER EN VALOR TU PROFESIONALIDAD
Como consecuencia de lo anterior, al poner límites estás poniendo en valor tu trabajo y tu profesionalidad. Precisamente porque eliges con quién quieres trabajar te vas a volcar mucho más con esa persona, te vas a esforzar mucho más por dar lo mejor de ti, porque quieres tener un buen resultado y un cliente satisfecho más. En definitiva, vas a hacerlo mucho mejor.
SER RECOMENDADO
Y como pones en valor tu trabajo y eres más profesional, serás recomendado. Y probablemente lo serás a un perfil de cliente similar a aquel con el que ya has trabajado. Es decir, atraerás a los clientes que tú quieres.
GENERAR MÁS INGRESOS
Todo lo anterior hace que tanto tú como tus productos y servicios ganéis prestigio y eso sólo se traduce en una cosa: más clientes y más ingresos.
SER DUEÑO DE TU TIEMPO
Por último, el hecho de poner límites hace que definas el marco de trabajo también en tiempo, porque tú decides cuándo atiendes y en qué términos, con lo cuál serás mucho más libre ya que trabajarás con quien quieres y como tú quieres.
Decir que no al cliente que no quieres y en general a aquello que no quieres en tu vida, hace que acabes atrayendo más tarde o más temprano lo bueno, lo que realmente deseas para ti y ser más libre. Por lo tanto, no te cortes, y empieza a decidir con quién quieres trabajar y estar y pon todos tus esfuerzos en SER TÚ como quieres que sean las personas con las que quieres trabajar, porque cuando uno cambia por dentro, comienza a liderarse a sí mismo y lo de fuera cambia sin que te des cuenta.
2 comentarios en «5 razones por las que necesitas poner límites a tus clientes»
Yo siempre hago una clasificación de los clientes en función de mis relaciones comerciales con ellos. Me ayuda sobremanera a discernir entre aquellos que realmente son CLIENTES y aquellos que son «CURROS JIMENEZ» y que solo buscan una relación win-lost
A) Aquellos que nos compran porque aprecian nuestro producto o servicio, porque están dispuestos a pagar por ellos una cantidad que nosotros consideramos justa en función de las expectativas que les hemos creado y porque nuestro producto o servicio les genera un valor añadido. Son los CLIENTES. Son el alma de nuestra compañía y valen su peso en oro.
B) CURRO JIMENEZ (sin acritud y sin ánimo de ofensa) solamente busca el beneficio propio. No le gusta establecer unas relaciones comerciales sólidas, duraderas, nobles y justas. No «entienden» de costos de producción y de rentabilidad, y por tanto son ellos los que quieren fijar el precio de compra y las condiciones comerciales. Quieren convertirse en el dueño de tu negocio y manejarte a su antojo poniéndote delante unas cifras de facturación muy altas, para que caigas en la tentación de REGALAR, que no VENDER.
Los primeros me encuentran a la hora que quieran, donde quieran y como quieran. Vivo por y para ellos. Son mis tesoros y los cuido como oro en paño. A los del segundo tipo se lo pongo difícil para que no puedan tragarme como un tiburón se come a una sardina.
En la venta debemos tener claro que contra el vicio de pedir está la virtud de no dar. Y hay que tenerlo bien claro por varios motivos:
* Nuestra empresa fue creada para maximizar el capital aportado por sus accionistas
* Nunca debemos perder la cara al objetivo de RENTABILIDAD a la hora de vender.
* Cuidado con dar condiciones comerciales «extras» a ciertos clientes. Destrozaremos la rentabilidad del negocio; provocaremos distorsión en el mercado por el PVP bajo al que esos clientes venderán nuestros productos; dañaremos al negocio de otros clientes y daremos mala imagen de nuestra compañía y de nosotros mismos. Honestidad ante todo¡¡¡¡¡¡.
En mi vida profesional siempre he tenido claro que ciertos «clientes» no tienen derecho a que les venda, porque ni quieren ni se merecen ser clientes de la empresa para la que trabajo. Ellos se lo pierden.
Has mecionado una palabra clave: RENTABILIDAD. Gracias por tu aportación!