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Cómo gestionar el compromiso para lograr tus objetivos

La palabra COMPROMISO es de las más queridas y a la vez más odiadas por el ser humano. Lo que para unos es visto como un signo de confianza en una persona (lo que tantas veces llamamos «tener palabra»), para otros es visto como una total falta de libertad (y no digamos en el ámbito de la pareja)

Pero claro, nada es ni blanco ni negro porque en realidad todo es del color del cristal con que se mira, así que vayamos desgranando las claves para hacer del compromiso una de las mejores herramientas para ser excelente y convertirte en el líder que necesitas ser para tu negocio.

En primer lugar, ¿qué diría Perogrullo, padre del sentido común, al respecto? Pues muy sencillo:

COMPROMÉTETE SÓLO CON AQUELLO QUE DESEES CON FUERZA Y QUE TE SIENTAS CAPAZ DE LOGRAR Y SERÁS LIBRE

Y es que para mí, el arte de adquirir compromiso sin que éste suponga una privación de libertad para ti, reside en manejar de manera equilibrada estas 3 variables:

  • La fuerza de tu deseo
  • El grado de confianza en ti mismo
  • Tu capacidad para poner límites y reconducir una situación adversa

La medida de todas ellas es la que te va a permitir tomar la decisión de comprometerte o no con un objetivo o situación.

Con el compromiso pueden ocurrir sólo dos cosas (de nuevo hablo por boca de Perogrullo):

  • Que lo cumplas
  • Que no lo cumplas

Y dirás…»Joé Azu, te habrás quedado calva de tanto pensar para llegar a esa conclusión». Espera, que no he terminado…

Si lo cumples, todos tan contentos, pero ¿qué pasa si no lo haces?. Bajo mi punto de vista, lo más grave no es que no cumplas un compromiso, sino lo que haces cuando no lo has cumplido. Para ello veamos cuáles pueden ser las causas y cómo darles salida.

RAZONES PARA NO CUMPLIR UN COMPROMISO

El que no cumplas un compromiso puede estar motivado por alguna de las siguientes razones, puede haber otras muchas, pero para mí éstas son las principales:

  • Ha habido factores externos que han influido negativamente y no has sabido superarlos.
  • Has tenido un error de cálculo o te has pasado de frenada.
  • No has sabido decir que no.
  • Se te ha ido la pinza o el santo al cielo, que es lo mismo.

En todos los casos la situación se resuelve de la misma manera: explicando claramente lo que ha pasado y lo que vas a hacer para darle solución. Así de simple. Esto es lo que se llama RESPONSABILIDAD y es lo que se adquiere cuando se contrae un compromiso. En la medida que seas capaz de asumir tu responsabilidad con humildad, expresarla de manera clara y ponerle remedio para la próxima, estarás generando confianza aunque no hayas cumplido el compromiso.

Evidentemente si el incumplimiento es reiterado, por mucho que asumas, significará que no estás aprendiendo del error y pondrás en juego ya no la confianza, sino tu reputación.

¿CÓMO PONERLE REMEDIO A CADA UNA DE ESAS RAZONES?

FACTORES EXTERNOS

Muchas veces esos factores tienen que ver con escenarios no previstos para los que no has preparado un plan de contingencia. Por lo tanto, ten en cuenta todas las posibilidades que seas capaz de prever y planifica tu plan B, C, D…el abecedario tiene muchas letras, como no leí hace mucho no recuerdo dónde. Siempre se te puede escapar alguna pero en la medida que tengas ese hábito cada vez estarás más y mejor preparado.

ERROR DE CÁLCULO

Es muy fácil que a veces la emoción por lograr algo te lleve a un exceso de confianza de tus posibilidades y se trata de que ni te pases ni te quedes corto. Esto es un entrenamiento continuo y en la medida que vayas conociendo tus limitaciones y las vayas superando tendrás menos errores de cálculo. La experiencia es un grado y la única manera de adquirirla es andando y equivocándose para aprender del error. Te sugiero que te pongas metas intermedias y que te «comprometas por fases», y esto no significa un sí pero no, sino un me comprometo a dar pasos más cortos, revisar el compromiso e incluso si la situación te supera demasiado romperlo y decirlo claramente para no mantener una expectativa que no vas a cumplir. Y si te es posible, dar una alternativa. Se trata de permitirte salir si no puedes, pero siempre con RESPONSABILIDAD (esa es la clave).

NO HAS SABIDO DECIR QUE NO

Tiene mucho que ver con el caso anterior y van de la mano, porque en ambos casos la gestión del compromiso tiene que ver con tu capacidad para poner límites. En este caso estamos hablando de entrenar tu sentido de la anticipación y si sabes que ese compromiso es demasiado grande y ves difícil que se cumpla bien porque no te sientes capaz, bien porque la motivación no es lo suficientemente fuerte como para vencer los obstáculos que te puedan surgir por el camino, simplemente prioriza y di que no. Habla desde lo que sientes y da una alternativa si es posible.

SE TE HA IDO LA PINZA O EL SANTO AL CIELO

Si esto sucede lo más probable es que tu interés en ese compromiso fuera mas bien poco, o que dicho interés se haya ido diluyendo en el tiempo. De nuevo aplica lo que he contado en los dos puntos anteriores y deja claro tu grado de interés en el tema. Esa siempre  es información muy valiosa para todo aquel que vaya a trabajar contigo. Y lo que no vale es lo de «soy muy despistado». Esfuérzate por no serlo. Nadie nace siendo despistado, el despiste es un hábito y no muy bueno, por cierto. ¿Eres igual de despistado cuando tienes interés en algo? Seguro que no…

Por último, te animo a que no tengas miedo al compromiso y en su lugar lo gestiones de la manera adecuada, midiendo bien tus fuerzas y tu motivación y si la situación te supera, rompiendo el compromiso con RESPONSABILIDAD y dando alternativas.

Lo contrario al compromiso es la espera y la diferencia entre esperar y comprometerse es bastante sustancial:

Si te comprometes, harás lo que esté en tu mano por cumplir el objetivo pasando a la acción, independientemente de si finalmente lo logras o no. Como decía Gandhi, «nuestro mayor esfuerzo es una victoria completa». Si no lo logras y eres responsable, analizarás lo que ha sucedido, anotarás tus aprendizajes y los pondrás en práctica para la próxima. Con esto aumentarás la confianza en ti mismo, te atreverás con nuevos retos y entrarás en un proceso de mejora continua.

Si te dedicas a esperar, «el que espera desespera», es decir, estarás a merced de las circunstancias y no llevarás las riendas ni de tu empresa ni de tu vida.

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