«Ya no quiero trabajar para otros y quiero ser mi propio jefe». Esta es una de las frases más comunes que escucho decir a las personas que sienten que han tocado techo o que ya no están satisfechas con su trabajo (y probablemente con su vida tampoco). Personas que deciden reinventarse y sí, suele ser después de los 40. A mí también me pasó.
Reinventarte para ser tu propio jefe implica una parte que podríamos decir más romántica y que tiene que ver con la libertad de hacer lo que te dé la gana. Sin embargo, «lo que te dé la gana» está limitado por las nuevas responsabilidades que adquieres, la más importante de ellas, liderar tu negocio liderándote a ti mismo para traer trabajo que además serás tú mismo quien lo ejecute.
El cambio en palabras es simple pero en la práctica es bastante complejo porque te tienes que convertir en la persona que necesitas ser para poder lograrlo. Lo que vas a vivir es un auténtico proceso de transformación que por lo general, no podrás hacerlo tú solo y necesitarás apoyos para lograrlo. Mi trabajo consiste en eso precisamente, en ayudarte a romper tus barreras internas, pensar de manera diferente y darte herramientas externas para lograrlo.
Dicho de otra manera, te ayudo a no tener miedo a conducir el coche y a enseñarte a manejar los mandos para que llegues adonde tú quieras. Dale un vistazo aquí a mis programas para saber más.
Mucho se habla de lo que hay que hacer para conseguir esa libertad que anhelas y muy poco de lo que no. He recopilado el siguiente decálogo y me encantará que, si echas algo en falta, o quieras compartir tu experiencia, lo añadas al final en los comentarios, ¿vale?
Vamos con ello…
1.- Esperar sentado a que los clientes lleguen
Hay algo que tienes que tener muy claro y es que lo que vas a recibir depende de la energía y las ganas que tú le pongas a lo que hagas. Olvídate de que salga una oportunidad meditando desde el sofá de tu casa. Lo que te llega es fruto de lo que tú te muevas.
[bctt tweet=»Los clientes que te llegan son fruto de lo que tú te muevas» username=»AzucenaFraile»]
2.- Arrancar varios proyectos a la vez
En contra de lo que piensas, no estarás aumentando las probabilidades de que al final salga algo. Te remito al punto anterior: sea lo que sea que salga será fruto de lo que tú te muevas y se trata de que lo hagas con astucia y con objetivos concretos. El que mucho abarca poco aprieta nunca ha sido tan válido a la hora de iniciar una actividad. Enfoca para afianzar y abre más ramas después sin perder nunca el foco.
3.- Esperar resultados inmediatos después de cada acción
Aún recuerdo cuando empecé. Una tarde me hice una especie de web en wordpress yo misma y la publiqué en un portal de anuncios ofreciendo sesiones de coaching. Esperaba tener clientes a los pocos minutos de haberla publicado y no paraba de mirar el mail y la pantalla. Es la ingenuidad de los primeros pasos. Obviamente no me llegó nada ni a los pocos minutos ni ese día ni nunca. Primero porque mi mensaje no era claro, segundo porque no estaba en el lugar adecuado y tercero porque un servicio de coaching la gente se lo piensa muy mucho antes de comprarlo porque necesita confiar mucho en la persona que se lo ofrece y eso requiere tiempo. Debes pensar en modo agricultor y tu trabajo es sembrar para generar oportunidades que parecerá que vengan solas pero que en el fondo serán fruto de tus acciones y de tu paciencia. Todo llega en su momento y el proceso siempre es el mismo, el famoso KNOW-LIKE-TRUST, es decir, primero que te conozcan, segundo que les gustes, tercero que confíen. En el «TRUST» (CONFIANZA) es cuando se produce el resultado. Y cada una de esas fases requiere acciones. Pon el foco en ellas.
4.- Pensar que has llegado y ya puedes parar
Te confieso que esto lo he aprendido no hace mucho. Si quieres ser tu propio jefe vas a tener que estar al pie del cañón siempre. Una cosa es delegar llegado el momento para que puedas disponer de más tiempo libre y otra muy distinta es echarte a dormir y que sea otro quien te lleve el negocio. Tú siempre serás la cabeza visible y quien supervise que todo está yendo en la dirección que tú quieres, porque eres tú quien toma las decisiones. Esto no debes olvidarlo nunca. Además el mercado es cada vez más competitivo y más cambiante lo que te exigirá estar al tanto de todo lo que sucede y adaptarte en todo momento a lo nuevo que vaya viniendo. No hay nada estático. Todo está en movimiento, empezando por ti.
5.- Dar por hecho lo que tu cliente potencial te diga
A la hora de comprar un servicio son muchos los factores que intervienen hasta que tu cliente te dé el sí definitivo. A la indecisión hay que añadir lo que en general a las personas les cuesta decir que no. Como norma general quédate con lo que las personas hagan y no con lo que las personas digan. En los negocios, como en la vida, lo que cuentan son las acciones. Las palabras se las lleva el viento. De esta manera te será más fácil manejar la desilusión que te pueda generar una oportunidad que después no se materializa en lo que tú quieres.
6.- Colaborar con otros pensando que ellos van a traerte los clientes
Esto es muy típico sobre todo cuando estás empezando. Seguro que alguien te dice o tú propones a alguien eso de «¿colaboramos?». En el fondo lo que estáis proponiendo es «¿te vienes conmigo y a ver si así me mandas clientes?». Esto es fruto del miedo que da mostrarse y vender. Con esto no te estoy diciendo que no colabores, lo que te estoy diciendo es que tengas claro que la colaboración es para sumar esfuerzos y no para sumar inseguridades. No te cuelgues de nadie ni permitas que nadie se cuelgue de ti. Trabaja la confianza en ti mismo y no esperes que lo que es tu responsabilidad lo haga otro por ti. Simplemente hazlo.
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7.- No relacionarte
Si te da pereza la gente, piénsate lo de tener tu negocio porque una de las bases que lo va a sustentar es tu capacidad para relacionarte de manera genuina con las personas. De manera genuina significa que das valor y estás abierto a recibirlo y agradecerlo. La tríada DAR, PEDIR Y AGRADECER, por ese orden. Internet y las redes sociales hoy en día nos facilitan el primer contacto con las personas, pero las relaciones fructíferas en los negocios y en la vida, hay que construirlas como se ha hecho siempre: generando confianza y dejando que las oportunidades y las sinergias fluyan por sí solas.
8.- Competir en vez de diferenciarte
Si te enfocas en lo que hace tu competencia y tratas de competir con ella estarás perdido. Pon todos tus esfuerzos en mirar hacia ti en cómo puedes diferenciarte y mejorar día a día. Piensa que tu diferencia está sobre todo en tu personalidad y que esa personalidad será lo que te ayude a posicionarte en el mercado y hacerte visible.
9.- Pretender ganar dinero sin invertir nada
La verdad es que estaría bien no gastarte ni un euro y ganar dinero a espuertas, pero la vida no funciona así. Al igual que tiene que haber un equilibrio entre el dar y el recibir en las relaciones que vayas estableciendo, también tiene que haberlo en tu negocio. Es cierto que hoy en día hay numerosos contenidos gratis (este artículo que estás leyendo es uno de ellos), pero lo cierto es que sólo con lo gratis no vas a ninguna parte y más tarde o más temprano si quieres avanzar tendrás que invertir en tu aprendizaje y en los apoyos profesionales que necesites en cada momento porque tú solo no vas a poder caminar. Ten presente que hay 3 alimentos de los que tu negocio necesitará siempre nutrirse: tu energía, tu tiempo y tu dinero. En cada fase por la que pases necesitarás mayor o menor cantidad de cada uno, pero siempre la vas a necesitar a te ahogarás. Te cuento más sobre este tema en este video.
10.- Esperar un sueldo a fin de mes
Ser tu propio jefe implica dejar de tener nómina. Conseguir ingresos todos los meses dependerá de tu capacidad para generar constantemente oportunidades. Ese es tu trabajo diario y los ingresos llegarán con mayor regularidad a medida que te vayas posicionando mejor en el mercado. Dicho de otra manera, nunca podrás dejar de lado la labor comercial de tu negocio. Recuerda que ser tu propio jefe significa liderar tu negocio liderándote a ti mismo para traer trabajo. Esa es tu nómina.
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