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CREE EN TI · ENFOCA · CRECE

Tienes que elegir: el poder del foco

Cuando a los nuevos emprendedores les pregunto «¿en qué consiste tu proyecto emprendedor?» muy a menudo obtengo la siguiente respuesta: «tengo varios».

Y es que uno de los mayores errores que se cometen cuando uno empieza (y cuando continúa también…) es precisamente querer abarcar varios proyectos a la vez y cuanto más dispares mejor porque crees que así tienes más probabilidades de tener éxito. Tu cabeza te dice «si uno no va bien, tengo otro».

Sin embargo, la realidad es bien distinta, porque vas de uno a otro sin ton ni son, no tomas decisiones, todo está en tu cabeza y quien no decide no ejecuta y quien no ejecuta no consigue lo que quiere.

Y lo sé por experiencia porque durante un tiempo estuve no con 2, sino con 3 proyectos a la vez (¿no querías caldo? ¡Pues toma 3 tazas!): un proyecto de ocio, un multinivel y un embrión mal parido del proyecto de liderazgo para autónomos y pequeños empresarios de servicios que conoces ahora. Y digo mal parido, porque como no me centraba en nada lo único que hacía era sacar dinero de mis arcas a tontas y a locas esperando conseguir clientes no se sabe muy bien de qué ni dónde, sin estrategia, sin la palabra mágica:

FOCO

Ya sabes que soy una fan de las abuelas en general y de las mías en particular aunque ya haga años que no estén conmigo. Y cualquier abuela te diría aquello de «El que mucho abarca poco aprieta». Pues eso, que es una cuestión de sentido común. Algo tienes que soltar y aquello con lo que decidas quedarte organizarlo mejor.

Si te das cuenta es lo mismo que a la hora de definir a qué tipo de cliente te diriges con tus servicios. La tendencia en los inicios es a querer disparar a todo bicho que se mueve sin orden ni concierto porque piensas que si no lo haces te pierdes clientes. La consecuencia es que no se sabe muy bien lo que haces, no hay manera de que articules tu mensaje de venta y lógicamente no le interesas a nadie.

Y el patrón se repite incluso en las personas que buscan empleo y preparan un curriculum con un montón de experiencia laboral en distintos sectores y se les olvida lo más importante: decir en qué quieren trabajar. Esta vez el mensaje es «cualquier trabajo me sirve y que vean que valgo para muchas cosas». ¡Error!. Si no dices en qué quieres trabajar, ¿cómo vas a buscar un trabajo?. Leí no hace mucho en un artículo de Elena Arino a este respecto una metáfora que me encantó para describir esta situación: es como si te subes al primer autobús que pasa por la calle esperando que te lleve adonde tú quieres.

 

¿Y por qué pasa esto?

Muy sencillo: porque estás funcionando con el patrón de la seguridad, ni más ni menos. La seguridad te lleva a buscar puntos de apoyo y cuanto más inseguro te sientas más puntos de apoyo buscarás y lo más «gracioso» del tema es que al final todo tu tiempo lo pasas buscando puntos de apoyo en vez de buscando lo que realmente te va a dar la seguridad de verdad: los clientes.

Así que el primer paso para salir de todo este círculo vicioso es decirle a tu mente que vas a buscar la seguridad de otra forma.

Y me dirás, Azu, es que mi problema es que me gustan todos mis proyectos y no sé cuál dejar. Mi respuesta siempre es la misma: seguro que habrá alguno que te guste un poquitín más. Empieza por ese, por el que más te haga vibrar. Ya sabes que la pasión aumenta en un 35% tus probabilidades de éxito.

¿Qué hacer para ganar foco?

A partir de ahora te sugiero que veas tu proyecto empresarial como si fuera un árbol de esos fuertes y robustos. Si te fijas, un árbol cuando nace lo hace a partir de un montón de semillas que después echan raíces que confluyen en un tronco sólido del que poco a poco a medida que va creciendo le van saliendo distintas ramas, unas más fuertes que otras, que culminan en hojas y frutos más grandes o más pequeños pero todos de la misma naturaleza.

Si trasladamos esto a tu proyecto veremos con qué puedes asociar cada cosa.

Buscar las semillas

El equivalente serían las ideas. Haz una lluvia de ideas, agrúpalas las que sean más o menos parecidas, dilas en voz alta y comprueba cómo te resuenan y elige el grupo que más te guste. Insisto, siempre habrá alguno que te mole un poquito más que otro.

Encontrar el tronco del árbol

El tronco del árbol lo definen dos cosas: el problema que solucionas y a quién (colectivo de personas). Ese es el foco. Puedes tener un target mayoritario o primario y otro secundario. Podrías tener un tronco doble o un tronco del que sale una rama muy gorda. El equivalente sería tener dos proyectos pero que estén totalmente alienados y vayan de lo mismo. En cualquier caso uno debe predominar y el otro convertirse en rama.

Elegir las ramas y las hojas

Las ramas son los servicios que tienes para solucionar ese problema e irás teniendo más ramas y más hojas a medida que vayas teniendo más clientes y vayas definiendo distintos perfiles. Es decir, dentro de un mismo target de cliente a unos les gustará más un servicio que otro, preferirán el servicio personalizado o el curso a mogollón, por poner un ejemplo. Pero si te das cuenta todo emana de un tronco común del que no te tienes que desviar, salvo que el árbol que resulte no te guste y decidas plantar otro.

Recoger los frutos

Los frutos son los clientes, el dinero, la satisfacción personal…mira a ver cuáles son de mejor calidad y trabaja para repetir las buenas cosechas.

Si aún así te cuesta soltar un proyecto, piensa que no puedes probarlos todos a la vez, que tienes que ir probándolos uno a uno y darles tiempo (tienes que regar el árbol para que crezca). Es decir, empieza por uno y en función del resultado decide pararlo y empezar con otro. Ahora bien, tampoco te pases la vida empezando cosas y no terminando ninguna. Esa forma de actuar es otra versión del mismo patrón: el de la seguridad. Que además va acompañado de otro que de poco vale a la hora de emprender: el de la impaciencia.

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2 comentarios en «Tienes que elegir: el poder del foco»

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